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Baracoa danza entre los pinceles

Baracoa danza entre los pinceles

Por: Reyna C. Turro Caró e Ynés Y. Rodríguez Acosta

Pintura de Víctor Blancart tomada de Radio Baracoa

 

Hay lenguas que surgen con la inspiración del alma como nace incontrolablemente la poesía de la tristeza, así se logran las notas del pentagrama y brotan a lentos pasos, de las manos de los pintores, los secretos de los paisajes.

Un azul pálido, para esbozar el cielo, otro más tierno para aguas fluviales, un verde oscuro en los arbustos, luego una mezcla exquisita de verde y azul para un mar abierto y varias combinaciones en unas montañas que se alejan solo lo necesario, para dejar como margen una ciudad en la que las ruinas no han tenido éxito en su lucha por devorar una arquitectura que alcanza 500 años.

Baracoa, sus paisajes monumentos históricos y aborígenes constituyen la temática fundamental de los pintores primitivos de la Primera Villa, que bautizara Diego Velásquez como Nuestra Señora de la Asunción.

España, México y Suiza, entre otros países, conocieron de ese arte, reflejo de la naturaleza viva en diferentes zonas del territorio baracoano, donde la pintura surge como una necesidad de expresión que nació de súbito en Eliseo Osorio, Pedro Sabó, René Frómeta, José y Rolando Estévez, Laurence Zúñiga, Roberto Pun, Ramón Domínguez, Zenaida Suárez, y Víctor Blancart, entre otros, quienes no escogieron la pintura como profesión, sino como medio para recoger sus impresiones del entorno.

En 1923 la pintura primitivista se daba a conocer de manera abierta en Baracoa y envolvía en velo de arcoiris gracia, justeza, e imaginación popular, que no escaparon a los pinceles de Pedro Sabó, quien por inspiración  propia montó en ese año, una exposición de la plástica en el parque Independencia, donde afloró el vivo folklore cubano nacido del hombre de pueblo.

Detalles, relieves, lugares que hasta entonces no habían sido percibidos por los diarios transeúntes, encontraron los ojos ávidos del pintor que escudriñaron  en la belleza estética de lo que inadvertido reclama su derecho a una danza clásica, que gustaría bailar a Picasso de haberlos descubierto.

Los colores convidan a la creación, Baracoa coquetea con sus mejores armas, el pintor rinde a sus pies las dotes de caballero, los salones de exposición y galerías de arte se convierten en anfitriones, los nuevos valores en ponen en fila, comienza la música, y en un contraste de luz, Baracoa danza entre los pinceles.

 

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